sábado, 17 de mayo de 2014

La importancia del Masaje Genital



¿Masajear los genitales? ¡Oh! ¿Es una masturbación?  ¿Es una técnica de sanación? ¿Está en el Kamasutra? ¿Cuál es su utilidad?
Para algunas personas la idea de darle un masaje a los genitales es muy extraña y novedosa. Desafía la relación que se tiene en general en nuestra cultura con respecto a estos órganos tan valiosos.
Si es el caso de una mujer, lo más seguro es que no haya tenido ni mucho contacto visual ni mucha experiencia tocando las diferentes estructuras que tiene entre las piernas.
Para los hombres es diferente. Ellos han aprendido a tocar sus genitales para producir placer y eso no ha sido tan condenado socialmente.
¿Qué tal la idea de tocar los genitales sin la intención de orgasmo? Solo para conocerlos, para despertar la sensibilidad, para explorar sus espacios secretos y para abrir el corazón.
El toque del pene y del escroto casi siempre termina en la explosiva y exquisita experiencia del orgasmo, razón por la cual sugerirle a un hombre que toque sus genitales sin buscar la eyaculación, puede resultarle incomprensible y hasta chocante.
Para la mujer proponerle que toque sus genitales de manera meditativa, frotando y acariciando en forma tal que descubra sensaciones y emociones nunca antes contactadas, puede ser realmente amenazador.
Pero hay una belleza escondida en el masaje de los genitales que merece romper todos los tabúes, derrumbar las paredes de protección y aventurarse al control del deseo de explotar, porque solo así podrán descubrirse sensaciones nunca antes experimentadas.
¿Cómo empezar esta aventura?
Muy fácil. Solo se necesita un lugar seguro, cómodo, tranquilo y privado.
Se necesita la desnudez y el compromiso consigo mismo.
Imprescindible un lubricante, que ayude a deslizar los dedos por esos espacios inexplorados que guardan un placer exquisito que realmente asombrará.

Y por encima de todo, un corazón abierto, dispuesto a honrar al cuerpo, a su belleza, a su inteligencia y a su maravilloso potencial de utilizar el placer como una forma de contactar con la esencia del alma y de tocar la propia Divinidad.